Cuando acabé la carrera y empecé a trabajar en algo que no me gustaba, me planteé dejar a un lado mi vocación como investigadora porque me parecía imposible. Aunque esos pensamientos estaban en mi cabeza, mis acciones se mantenían firmes. Estudié inglés de forma autodidacta para presentarme a pruebas de niveles, pedí becas para seguir formándome, seguí leyendo mucho y después de 9 meses conseguí una beca para estudiar un máster en Estados Unidos.
Lo que me dio fuerzas para seguir fue ver que había personas a mi alrededor que me animaban y creían que era buena en mi trabajo. También fue importante ver recompensado mi trabajo con una beca muy buena. Merece la pena esforzarse, por eso nunca digo «me han dado una beca», quienes tenemos buenas becas ‘las hemos conseguido’ gracias a mucho esfuerzo.
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