Primero tenemos que buscar evidencias de minería antigua. Nuestros antepasados ya conocían el oro. Una vez sepamos dónde lo explotaban ellos, podemos localizar esas antiguas explotaciones y los depósitos en los que se encuentran. Analizando así el terreno podemos localizar nuevas minas. Este método es más arqueológico, basado en evidencias pasadas. Existe otro método más geológico, que se basa en el análisis de los componentes químicos del terreno y el uso de tecnología espacial (imágenes de satélite) para identificar las mineralizaciones a partir de los colores que presentan las rocas.
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